Hoy escribo de forma lúdica (bueno las
entradas anteriores también, pero con la presión de que la coherencia no se
desvaneciera en lo personal. Y se ajustarán a lo pedido específicamente)
Hoy es sábado y puede parecer un día
cualquiera, un sábado cualquiera. Pues no, hoy es un sábado lleno de luz,
brillantina, colores y mil florituras cursis que os podáis imaginar, y con la
mejor razón: porque sí.
Si tuviera que analizar los sábados de los últimos
tiempos vividos, no podría decir que fueran nefastos pero no tenían ese fulgor que
les da tu Sonrisa.
Así es, navegantes si hay algo en vuestra
vida que hace que no podáis dejar de sonreír por dentro y fuera, exportarlo
siempre. Llevarlo entrelazado en vuestras manos, en vuestro pelo, dentro de los
bolsillos y cuando una situación empiece apoderarse de vuestra benevolencia, amabilidad,
asertividad, complicidad, comprensión, indulgencia, tolerancia, empatía usarlo
como remedio y regalar a la contrariedad la mejor de vuestra sonrisa, medicina
imparable, potente la que más, para resolver el conflicto más encarnado.
Gracias mil doy por tener este antídoto a mi
lado, no me niegues jamás tu resplandeciente Sonrisa.